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Haced lugar para el Rey

Primer Domingo de Adviento

27 Nov - 22

Caminar sobre el agua

Ante lo desconocido, el alma tiembla. Dios dispone caminos desconocidos, que parecen imposibles, que escapan de nuestros cálculos humanos, y sentimos miedo.

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Creer sin ver

Creer sin ver. Y cómo cuesta, y cómo fallo. Porque a pesar de haber experimentado a Cristo, de haberle visto ocuparse de mis cosas, después de vivir su amor en carne propia, también empiezo a dudar.

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Totus Tuus: La visita a Lourdes

Visitar Lourdes fue una gracia. Llegué de noche. Hacía mucho frío pero el corazón estaba ardiendo. Caminé hacia la explanada frente al Santuario y la vi allí: hermosa, con la luna detrás, dándome la bienvenida. La imagen de la Virgen de Lourdes, que luce una corona preciosa, me saludaba, presentándome su casa.

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Ser sal y luz

Hemos sido creados para ser sal y luz del mundo. Cristo ha querido valerse de nosotros, con nuestras debilidades, pecados, imperfecciones y faltas de amor. Él ha querido que nosotros colaboremos en su proyecto de salvación porque quiere que todos los hombres le conozcan y le amen. ¿Es posible ser sal y luz en medio de un mundo que parece rechazar a Dios? No solo es posible, es necesario; porque aunque parezca un mundo que lo rechaza, en realidad lo reclama a gritos, lo necesita, lo demanda. Es un mundo que necesita amor porque se está muriendo de frío. En medio de eso, estamos llamados a ser fuego que haga arder la tierra.

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Comienza el Adviento. Cristo ya viene y es hora de despertar. Es hora de prepararnos para recibirle y ante esto me pregunto: ¿cómo está mi corazón?

Sabemos que el Adviento es tiempo de prepararnos, pero ¿cómo? Dos medios concretos son claves en esta época para poder alistar el alma para Jesús: la vida de oración y la formación. Solamente con estos dos ejes se va transformando nuestro interior, el alma, la voluntad, la inteligencia.

Hablemos hoy de la vida interior: la vida de oración. La oración es para los cristianos como respirar. La oración es necesaria, elemental si decimos amar a Cristo, o si pretendemos conocerle y acercarnos a Su Corazón. Esta vida de oración constante que nos lleva a ser contemplativos: mirar a Jesús todo el día. Tenerlo cerca en lo más cotidiano, en lo más corriente, en lo más ordinario. La vida de oración que nos lleva a la intimidad con lo divino, al conocimiento de lo sobrenatural, a la sensibilidad de poder ver con ojos de eternidad lo que pareciera más transitorio, irrelevante, fugaz.

Cristo nos quiere muy suyos, y la manera de ser de Él es estar íntimamente juntos. Esa intimidad solo se logra con la oración.

Pongo sobre la mesa un propósito concreto para este Adviento: oración diaria. Haz el compromiso de orar todos los días: encuéntrate con Jesús. Conversa con Él, háblale, escúchalo, pasen tiempo en silencio, mirándose. Deja que sea Él mismo quien te prepare para recibirle: déjate hacer.

Jesús te espera. Es momento de despertar. Es hora de salir de nuestra comodidad, de nuestra tibieza, de nuestro triste conformismo. Es tiempo de arreglar la casa, que es el corazón, para recibir al Dios encarnado que viene a salvarnos. ¿Estás dispuesto?

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