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Josemaría, amigo enamorado

26 de junio

Mirar a Jesús

Estos últimos días y semanas el Señor me ha estado hablando mucho de la confianza y de lo importante que es permanecer mirándole.
El otro día en el libro que estoy meditando, leía una anécdota sobre Madre Teresa que quería compartirles y que calzó exactamente con lo que conversaba con Jesús en oración en estos días.

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No puedo explicarles cuánto me ha enseñado San Josemaría sobre el amor a Jesús. Y aunque intente contarles, la experiencia interior de tener a un santo — ¡y a qué santo! — como amigo es impresionante. En estos dos años y un poco más que llevo conociéndolo, me ha tomado de la mano con firmeza pero con ternura y me ha llevado cerca, muy cerca del Corazón de Cristo; que además era su lugar preferido en el mundo. San Josemaría fue y sigue siendo un loco enamorado de Jesús. Lo conoció profunda e íntimamente, en el dolor de la Cruz y en la alegría de Betania, en la soledad del Sagrario y en la compañía de la Obra. Josemaría se encontró con Cristo y no le soltó jamás. Se dejó llevar por sus caminos siempre misteriosos y siempre sorprendentes, siendo fiel y perseverante aún cuando todo perdido. Pero lo más hermoso es que, estando ya él en el cielo, sigue amando con dedicación a sus hijos, cuidando las almas y mostrándoles a Jesús.

Sanjito me enseñó que para enamorarme de Jesús debo conocerle y tratarle, y que no son necesarios actos extraordinarios, sino basta la cotidianidad de la vida para amarle en lo ordinario de nuestras ocupaciones. Aprendí que la oración es lo único que nos sostiene y lo que nos permite trabajar por el cielo. Aprendí que en la Eucaristía está la verdadera vida que espera silenciosamente que le amemos. Con Sanjito aprendí a pasar horas frente a Jesús Sacramentado y a disfrutarme esos momentos.

Sanjito me presentó esa santidad diaria, en mi vocación y ocupación actual. Santidad que radica solamente en ser completamente de Jesús, en dejarle reinar, de manera que “hasta el último latido, hasta la última respiración, hasta la mirada menos intensa, hasta la palabra más corriente, hasta la sensación más elemental se traducirán en un hosanna a mi Cristo Rey”. Santidad de alma enamorada que anhela pertenecerle y vivir para Jesús, siendo muy consciente de sus limitaciones, pecados, faltas y caídas terribles.

Sanjito me enseñó a entender que mi debilidad humana es oportunidad para que Jesús crezca, conquiste: es recordatorio de que yo, sin Él, nada. De que le necesito y es imprescindible. San Josemaría me enseñó a llamar a Dios, Padre. Me mostró que soy hija muy amada, llamada a descansar en la filiación divina, realidad que le da sentido a toda mi existencia, a mi propósito, a mi vocación, a mi llamado y a mi actuar.

Con Sanjito de compañero, la vida con Jesús ha pasado a ser la aventura más hermosa, el camino más disfrutado. Ahora me paso los días cautivada por Cristo, un Loco enamorado de mi, disfrutando de su amor, de sus detalles, de su naturalidad, de su presencia real en medio de todas mis cosas. Sanjito es amigo que me sostiene en los días de lucha, de caída, de miedo, de soledad. Es amigo en las alegrías, en las sorpresas, en la vida que se descubre. ¡Y aún le falta tanto por mostrarme, tanto por enseñarme!

San Josemaría ha sido y es instrumento amadísimo del Corazón de Jesús para llevarme hacia Él y mantenerme muy cerca. Ellos dos son tan amigos, como diría Sanjito, “amigos entrañables”, que disfrutan encontrando más locos enamorados.

El amor verdadero, el que Jesús nos muestra y nos pide, es exigente. Implica tomarnos en serio la vida de cristiano y empezar a vivirla, ¡pero bien vivida! Y si, Jesús exige, pero reparte alegrías. Gracias a Dios por un amigo, un padre, un compañero, un formador como San Josemaría. Gracias a Dios por lo que hizo con él en la tierra y por lo que sigue haciendo con él en el cielo. Gracias a Dios por la vocación de este sacerdote, por su corazón de niño, por su firmeza de soldado valiente, por su debilidad por la Cruz de Cristo que le cautivó de una vez para siempre.

Gracias a Dios por San Josemaría.

Sanjito, ora pro nobis <3

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