El Misterio

de la Cruz

El Misterio de la Cruz

La Cruz es un misterio. En los primeros siglos del cristianismo, la cruz era un símbolo de muerte. Eran crucificados los más terribles delincuentes, asesinos y ladrones. Hoy la cruz es, para nosotros los católicos, un símbolo que encierra el verdadero amor y la verdadera entrega. ¿Cómo de ser una sentencia de muerte pasa a ser el signo del más tierno amor? Ese es el misterio.

Siempre nos han dicho que la Cruz es muestra del amor De Dios. ¿Pero realmente nos lo hemos creído? ¿Estamos convencidos de eso? Y si lo estamos ¿por qué? El otro día escuchaba que hay 2 cosas que dan a conocer a un buen amante: la primera primera es hacer bien a la persona amada y la segunda es padecer por ella. Y padecer no está mal. Nadie ve mal, por ejemplo, a un padre que sacrifica su vida por su hijo. De hecho padecer es la prueba más real de amor, porque justamente es lo más difícil.

Dios se hizo Hombre y vino al mundo a compartir la naturaleza humana para padecer y morir por nosotros, por ti individualmente. Y en realidad, el sólo hecho de que Él haya querido ser uno de nosotros, ya es una muestra de amor. Entonces, sabemos que un Dios Creador, que ya nos había dado todo lo bueno que teníamos, vino al mundo para seguir dándonos cosas buenas: curó enfermos, expulsó demonios, perdonó y convirtió a mucha gente. Pero el corazón De Dios no estaba satisfecho después de darnos todos esos beneficios, no lo había agotado todo. Así fue que Él buscó otro medio para demostrar todo el amor que nos tenía. Buscó la forma de declararnos su amor infinito, y no hay mayor prueba que padecer por amor. Lo hizo, finalmente, para cautivar nuestros corazones. Realmente podemos decir que la prueba más patente del amor que nos tiene Jesucristo es la Cruz.

La primera causa de la Pasión del Señor es dar a entender cuánto amaba Dios al hombre porque quería ser mas bien amado y no temido.

Y creo que el misterio radica justamente en esa decisión de amor. Es cierto que Jesucristo podía salvarnos sin padecer tan duramente y llevando en la tierra una vida cómoda, pero no quiso. Como dice San Pablo: “propuestole gozo, se abrazó De la Cruz”.  Pero ¿por qué? ¿Por qué una decisión tan extraña y tan radical? Podía salvarnos simplemente pidiéndoselo a su Padre ¡y  sólo eso hubiera bastado! Pero no lo quiso así, porque no sólo quería salvarnos sino demostrarnos su amor infinito. Como dice San Juan Crisóstomo: “lo que bastaba para la redención, no bastaba para demostrarnos su amor.” Y creo que en esto radica su misteriosa elección, porque una oración suya era suficiente para redimirnos, pero no lo era para mostrarnos el inagotable amor que nos tenía. Quería convencernos de amarlo. Quería nuestro amor en retorno, pero él amándonos primero.

Porque nos amó primero, sin importarle si le devolveremos o no ese amor, pero se esfuerza en que nosotros decidamos amarlo. Quiere conquistarse nuestro amor. Porque claro, hasta antes de la Pasión sabíamos que había un Dios que nos amaba, pero Él, en su infinita bondad, decide venir a demostrarlo, como para que no te quede ninguna duda. La primera causa de la Pasión del Señor es dar a entender cuánto amaba Dios al hombre porque quería ser mas bien amado y no temido. Citando de nuevo a San Juan Crisóstomo: “Si él hizo todo eso para conseguir mi amor ¡cómo no le voy a responder!”. Y claro, es casi necedad si me niego a mirar esa cruz o si me niego a ver esa tan palpable muestra de amor. Lo hizo como para que no me quede la menor duda. Llevó su amor hasta los últimos límites. Te amó más que a sí mismo: Perdió su vida divina, invaluable, para salvarte. Y creo que todo esto es finalmente una muestra de ese Dios completamente enamorado del hombre, y las llagas y la cruz son un grito de amor. Es un amor insondable e inmerecido. Inmerecido porque nosotros nunca podremos amarle así y él lo sabía cuándo se entregó ¡y aún así decidió hacerlo! Sabiendo que nos íbamos a olvidar de la cruz. Sabiendo que nos olvidamos de verlo y mas bien nos quejamos contra Él, le reclamamos su ausencia y su silencio. ¡Nos olvidamos de la ternura De Dios! ¿Qué mas tiene que hacer para que le creamos?

Recordemos que el amor de la cruz es el amor eterno, el que no se acaba. Y no importa cuanto le hayamos fallado antes, Él sigue ahí por siempre esperando que le miremos. ¿Qué estás haciendo Tú hoy para responderle o para reconocerlo, por lo menos?

 

Quiero terminar con una oración que dice: Jesús, pagado por esa sangre, he venido a ser tu propiedad. Que yo sea todo tuyo. Solo en ti espero, solo a ti quiero amarte. Y no tengo más que ofrecerte que esta alma conmovida por la Cruz.

 

Por Vale