
Caminar sobre el agua
Ante lo desconocido, el alma tiembla. Dios dispone caminos desconocidos, que parecen imposibles, que escapan de nuestros cálculos humanos, y sentimos miedo.
Ante lo desconocido, el alma tiembla. Dios dispone caminos desconocidos, que parecen imposibles, que escapan de nuestros cálculos humanos, y sentimos miedo.
Creer sin ver. Y cómo cuesta, y cómo fallo. Porque a pesar de haber experimentado a Cristo, de haberle visto ocuparse de mis cosas, después de vivir su amor en carne propia, también empiezo a dudar.
Visitar Lourdes fue una gracia. Llegué de noche. Hacía mucho frío pero el corazón estaba ardiendo. Caminé hacia la explanada frente al Santuario y la vi allí: hermosa, con la luna detrás, dándome la bienvenida. La imagen de la Virgen de Lourdes, que luce una corona preciosa, me saludaba, presentándome su casa.
Hemos sido creados para ser sal y luz del mundo. Cristo ha querido valerse de nosotros, con nuestras debilidades, pecados, imperfecciones y faltas de amor. Él ha querido que nosotros colaboremos en su proyecto de salvación porque quiere que todos los hombres le conozcan y le amen. ¿Es posible ser sal y luz en medio de un mundo que parece rechazar a Dios? No solo es posible, es necesario; porque aunque parezca un mundo que lo rechaza, en realidad lo reclama a gritos, lo necesita, lo demanda. Es un mundo que necesita amor porque se está muriendo de frío. En medio de eso, estamos llamados a ser fuego que haga arder la tierra.
Que maravilloso es saber que Cristo busca intimidad con cada uno de nosotros. Él nos ha llamado a estar con Él, ha conocerle, a servirle, a amarlo y trabajar para que otros le amen, ¡pero cuántas veces hemos rechazado esa invitación! Y se que no es fácil identificar las veces en que no hemos respondido, pero hagamos un examen rápido que nos ayude a clarificar.
esus, te encuentro Niño, sobre el pesebre, entre los cuidados de María y de José. He llegado con los Magos a adorarte: he hecho con ellos el camino.
Te hemos descubierto, hemos visto al Rey escondido, que hoy se muestra al mundo. Un mundo que, muchas veces, no lo reconocerá. Que difícil es rendirse a lo pequeño, a lo aparentemente insignificante que esconde la grandeza de lo divino.
Se arrodillan los magos y me arrodillo yo también. En la maravilla de la peregrinación para encontrar a un Niño, envuelto en pañales, se esconden revelaciones importantes que pretendo atesorar de a partir de ahora.