Entrando a Jerusalén

- comenzando la Semana Santa-

Por Mike Zubiate

Entrando a Jerusalén

- comenzando la Semana Santa -

Por Mike Zubiate

Comenzamos a vivir la Semana que cambió el sentido de nuestra vida para siempre. Ayer, Domingo de Ramos, celebramos el inicio, donde se conmemora el día en que, dos mil años atrás, Jesús entró a Jerusalén previo a la Pascua.

Me gustaría que imaginen la siguiente escena. Jesús está entrando en la ciudad, sobre un pollino, mientras el pueblo lo recibe con palmas y grita “Hosanna”. Los pobladores incluso echaban vestidos en el suelo por donde pasaría el asno que carga a Cristo. Esto era un signo de amor y respeto por parte de ellos, intentando cuidar el suelo sobre el que Jesús pasaría. Ahora me gustaría que nos preguntemos si nosotros actuamos de la misma manera. ¿Estamos también nosotros preparando el camino para Jesús en nuestros corazones? Así como el pueblo de Jerusalén clamaba “Hosanna” al ser iluminados por el Espíritu, ¿estamos nosotros también creando el silencio y paz interior suficientes para que Dios nos hable y nos ayude a comprender la Pasión de Cristo?

Esta semana, los invitamos a permanecer en silencio para poder lograr una conexión más íntima con Dios. Si bien el trabajo, los estudios, la familia, y sobre todo el ambiente en casa no presentan necesariamente las condiciones más óptimas, siempre hay algo que podemos hacer para guardar un poco aquel silencio que nos permite acompañar y consolar a Jesús a lo largo de su Pasión. Esto puede incluir usar menos las redes sociales, aumentar nuestro tiempo de oración, ver Misa diaria, entre otras cosas que nosotros podamos ofrecer en nuestro día para ser un consuelo para el Corazón de Jesús.

Por más que es muy tentador emplear el fin de semana largo para descansar o ponernos al día en pendientes, intentemos liberarnos de todos nuestros pendientes más urgentes, previo al Jueves Santo, para poder concentrarnos únicamente en Jesús durante el Triduo Pascual. En caso esto tampoco fuera posible, procuremos siquiera el Viernes Santo separar todo el día para estar en intimidad con Dios y acompañarlo a lo largo de su Pasión.

Seamos conscientes que Jesús ya sabía que iba a ser traicionado, capturado, condenado y crucificado. Él ya conocía su destino, y en lugar de resignarse a cumplirlo o aceptarlo como un destino fatal, lo hace con gran alegría y lleno de amor por cada uno de nosotros, y lo haría una y otra vez por tí. Busquemos ser recíprocos a este inmenso gesto de amor que Dios tuvo con nosotros y entreguemosle por lo menos estos días para agradecerle. Recordemos que cuando Jesús vivió su Pasión, no pensó que lo estaba haciendo por toda la humanidad como un conjunto, sino que lo hizo por cada uno individualmente, porque tal fue su amor que incluso si hubiera existido una sola persona, Él hubiese querido entregarse por completo en amor por ella. Y es esto lo que ha ocurrido: Jesús se entregó por mí, única y exclusivamente por mí. Al igual que se entregó única y exclusivamente por tí.

Busquemos, en esta Semana Santa, acompañar a Jesús en su camino, que en realidad es el nuestro, y seamos agradecidos por lo que Él ha hecho por nosotros. Busquemos el silencio, y la intimidad con Dios para que, al igual que el pueblo de Jerusalén, estemos tan llenos del Espíritu Santo, clamemos “Hosanna” y echemos nuestros vestidos al suelo por donde pasa Jesús.

Por Mike Zubiate