Esto es castidad

- hablemos sin miedo -

Esto es castidad

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Castidad… ¿Nunca te ha pasado que estás en medio de una conversación y de pronto esta palabra aparece? Lo más común es que te genere rechazo y que lo primero que se te ocurra sea evadirla o hasta burlarte para pasar desapercibido. Cuando pensamos en castidad, sentimos que nos enfrentamos a algo muy difícil o hasta imposible, y esto sucede porque no somos conscientes de lo que verdaderamente es. La confundimos con rechazo total a la sexualidad, abstinencia u otras muchas ideas, generalmente equivocadas. Tenemos prejuicios, lo vemos como una serie de prohibiciones que, de no cumplirse, nos condenan a una culpa sin sentido. Sin embargo, hoy queremos dejarte claro que la castidad está aquí para ayudarte a vivir tu sexualidad de manera plena y ordenada. 

¿Por dónde empezar? Por el principio de todo, Dios. Dios deja plasmado un poco de él en cada elemento de su creación. Tiene un plan de amor para nosotros y eso lo ha plasmado en nuestros corazones y en nuestros cuerpos. Es decir, que todo nuestro ser está llamado a un plan más grande. Nuestro cuerpo no es malo, al contrario, como todo lo que viene del Padre, es algo muy bueno que debemos tratar con especial cuidado. 

Una de las ideas erróneas más grandes sobre la castidad es pensar que ésta es igual a no tener relaciones sexuales. La castidad es una virtud, una fuerza espiritual que libera el amor de todo uso, egoísmo y violencia. Fuimos creados con la capacidad de amar y nosotros, en cuerpo y alma, tenemos un lenguaje que lo expresa. Pero, estamos llamados a un amor ordenado. El amor humano debe buscar, antes que nada, el amor de Dios, eso nos permite amar a los demás porque Él los amó primero. La castidad nos permite quitar el polvo de los ojos y mirar a los otros de manera pura por quién son en su totalidad y no por lo que nos pueden dar. Permite ordenar los deseos de nuestra intimidad hacia el AMOR VERDADERO. Por eso, la castidad no es el rechazo a las relaciones sexuales, en realidad nos permite comprender que el acto sexual es la expresión más grande amor en la que nos damos por completo al otro, en cuerpo y alma. Algo tan bello debe estar protegido por una gracia especial; es por eso, que para nosotros los católicos no hay mejor lugar que el matrimonio, donde el amor es fiel, total, libre y fecundo. 

Otra mentira que existe sobre la castidad, es pensar que es igual a la virginidad, pero esta afirmación es falsa. Una persona que haya tenido relaciones sexuales en el pasado, fuera de un contexto matrimonial, puede practicar la castidad y está llamado a hacerlo. Lo maravilloso de esto es que la castidad, al ser una virtud, se trabaja, se cultiva, se vence y se crece en ella. Y como toda virtud, nos conduce a la santidad de la mano del cumplimiento fiel del plan de Dios en nuestras vidas. Él sabe lo que es mejor para nosotros y por eso debemos buscar vivir en sus tiempos y confiar en que su gracia basta para salir adelante.

El camino será difícil y probablemente habrá tropiezos, pero es importante que sepas que podemos levantarnos.

Cabe resaltar que la castidad es una decisión, por lo que debe haber un propósito firme detrás de ella. Lo más importante que debemos recordar, es que no importa cuántas veces hayamos, importa lo que  decidamos hacer de hoy en adelante. El amor es un camino de madurez que va eliminando el temor y las inseguridades poco a poco.

Un claro ejemplo de esto es San Agustín de Hipona. Probablemente su nombre no venía a tu mente al hablar de castidad, pero lo escogimos para demostrarte que el cambio no es imposible. Él, vivió durante muchos años en impureza, no tenía una vida verdaderamente ordenada antes de convertirse y entregarse del todo al Señor. Sin embargo, cuando fue consciente de lo que estaba haciendo y de cómo estaba viviendo, decidió hacer un cambio y empezar a vivir en castidad. Con este ejemplo, la pregunta que debemos hacernos es ¿estoy dispuesto a dejar todo ese desorden en mi vida y empezar de nuevo de la mano de Jesús? El cambio debemos hacerlo nosotros mismos y ahora.

La castidad es una de las virtudes que podemos incorporar en nuestra vida diaria con mayor facilidad. Con esto no queremos decir que vivir en castidad es fácil, sino que hay muchas formas de practicarla en nuestro día a día. Debemos cuidar lo que vemos, lo que oímos o lo que decimos. Debemos esforzarnos por cuidar nuestra pureza, ya que esta tiene grandes efectos en nuestra vida. Como ya mencionamos, nuestros cuerpos tienen un lenguaje, y debemos ser consecuentes con este. El cuerpo y el alma están unidos, y no podemos pensar que lo que hacemos con uno no vaya a afectar al otro ¿Cuántas veces hemos a quienes se arrepienten tremendamente de haberse entregado por completo al descubrir que la otra persona simplemente los estaba usando? Cuidar nuestra pureza y vivir en castidad nos permite cuidarnos y amarnos a nosotros mismos. Por ende, cuidar la pureza del otro también es cuidarlo y amarlo. No debemos usar al otro como un medio para satisfacer nuestros deseos desordenados. Debemos recordar que lo opuesto a amar no es odiar, sino usar, porque esto implica que no te importa la otra persona, sino que la ves como un objeto del que tú puedes disponer cuando desees.

Debemos conocer también los efectos de vivir en castidad. En primer lugar, cuando empezamos a vivir nuestra sexualidad de manera ordenada, nuestro corazón se purifica y le da lugar a Dios para que entre en él. Además, es claro que tu voluntad se fortalece y le demuestras a Dios que eres capaz de soportar lo que probablemente más te cuesta. En vez de dejarnos llevar por nuestros deseos e impulsos somos capaces de glorificarlo a Él porque apostamos por un amor más grande y libre de egoísmos de acuerdo a la vocación que tengamos. Finalmente, es importante reconocer que al entender lo que implica la entrega total del acto sexual podremos tratarlo con el respeto y cuidado que merece. 

Habiendo aprendido ya un poco más sobre la castidad y cómo se vive, queremos proponerte un reto. Te retamos a que des ese paso, de la mano de Jesús, para poder vivir una vida más ordenada y para que puedas ejercitar tu voluntad. El camino será difícil y probablemente habrá tropiezos, pero es importante que sepas que podemos levantarnos. Recordemos que todos estamos llamados a la santidad y por ende a la castidad. No permitamos que nuestro pasado sea un obstáculo en el presente ¡Tu momento es hoy!

Compartimos contigo este podcast donde desarrollamos mucho más el tema de castidad y pureza.

Por Mikela Zubiate y Arantxa Vasquez