María. Un nombre que, tan solo escucharlo, el corazón rebalsa de amor. Es el nombre de nuestra madre. Y hoy quiero hablarte de ella, porque puede que las distracciones, las prioridades y la vida tan agitada que vivimos hayan permitido que te olvides del rol tan importante que tiene en nuestra vida.
Probablemente, el título te llamó la atención y la verdad es que a mí también, por eso decidí que sea esta frase la que dé comienzo a este blog. Muchas veces, tenemos una forma de ver las cosas, una sola perspectiva y llega alguien que te abre los ojos y te hace mirar más allá. Eso pasó cuando me dijeron esto: “Jesús vino al mundo por María; por María, el mundo va a Jesús”. ¿Te habías dado la oportunidad de ver a María de esa manera?
Sabemos que Dios escogió a María para ser la Madre de su Hijo y así fue como ella nos trajo a Jesús. Sin ningún reproche, ninguna queja, un solo sí bastó para que el mundo cambiara. Y así fue como la vida de cada uno de nosotros también cambió por ese “sí”.
Ahora, te pido que imagines qué hubiese pasado si María no aceptaba. Definitivamente, Dios hubiese sido capaz de hacer que su voluntad se cumpla y que se lleve a cabo su plan; sin embargo, Él sabía de esa entrega de amor total y disposición de María y es por eso que la elige. Ahora te pregunto, ¿ese sí de entrega total por amor y confianza en Dios no debería ser motivo de nuestro eterno amor y agradecimiento? Es una de las millones de razones por las que deberíamos agradecerle y así fue como comenzó todo. Ese sí, no solo abarcó dar a luz a Jesús, es mucho más que eso y quiero que me acompañes a descubrir por qué.
Piensa en los misterios que meditamos al rezar el Rosario, ya sean dolorosos, gozosos, gloriosos y luminosos, cada uno de ellos es un momento diferente en la vida de Jesús y que somos capaces de contemplar a través de los ojos de María. En cada uno de ellos vivió todo tipo de emociones, desde la mayor alegría hasta el completo dolor. Y es que ese sí, abarcó todo aquello que vivió, abandonándose siempre en los brazos de Dios, confiando que cada uno de esos momentos y emociones eran lo que tenía que vivir para cumplir Su voluntad. Ella acompañó a Jesús en todo momento, desde que lo llevó en su vientre, y lo sigue acompañando en el cielo. Jesús ama a María de una manera inexplicable.
Si nuestro mayor anhelo es alcanzar la santidad y llegar al cielo para encontrarnos con Jesús ¿Por qué nos olvidamos de María quien, por amor a nosotros y porque anhela que alcancemos encontrarnos con Ella y su Hijo en el cielo, nos regaló el Rosario? Este, es un regalo en el que somos capaces de acompañar a María en cada momento que tuvo que vivir. Acompañarla en cada alegría y en cada dolor, consolando su corazón. Así como Ella busca consolar nuestro corazón y acompañarnos en cada paso que damos, nosotros busquemos acompañarla a través de esta escalera al cielo que nos regaló por amor.
Aquel corazón que aceptó traer al Hijo de Dios al mundo es el mismo que hoy recibe mil y un ofensas. Cuando ofenden al corazón de nuestra Madre, el Corazón de Jesús sufre de la misma manera y viceversa. Es por eso, que debemos consolar ambos Corazones que lo único que quieren es amarnos sin límites. Así como Ellos pasaron mucho dolor por amor a nosotros, es momento que nosotros correspondamos a tanto amor y busquemos ser aquel consuelo que ellos nos dan.
María hoy te dice “toma mi mano, vamos a buscar a Jesús”. Es momento de aceptar ese llamado. Tomemos su mano. Ella te está esperando desde siempre y quiere que la encuentres para llenarte de bendiciones y acompañarte en cada paso que des. Quiere consolarte, quiere ser tu Madre. Solo falta que así como Ella aceptó, tú aceptes su amor y le correspondas. Sabes que María está aquí y que va contigo, muchas personas no lo notan y por eso debemos darla a conocer.
Acude a ella, tómate el tiempo de buscarla y lo más importante, ten un corazón dispuesto y entrégaselo, dejando que obre en ti.
Hoy, te pido que nunca te olvides que, así como Jesús vino a nosotros por María, por Ella nosotros seremos capaces de llegar a Jesús. Acéptala como tu Madre y te aseguro que tu vida cambiará, así como la mía cambió desde ese día en el decidí entregarle mi corazón.