Con San Juan Pablo II
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Credo Nicenoconstatinopolitano
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo, con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
Queremos ser de los Tuyos
Queremos ser de los tuyos; de los tuyos de veras,
los que no retrocedan, los que no se desalienten. Los que no conozcan las medias tintas
ni las posturas ambiguas.
Los que lo den todo antes que traicionarte
Por eso, te rogamos, que nos enseñes,
que nos formes, que nos venzas y nos enciendas en santa violencia y en afanes de conquista.
Haznos apóstoles de tu Reino, luchadores de tu Santa Iglesia, para recorrer el mundo siempre a tu servicio, con la sola ilusión de que Tú reines, de que Tú seas más amado, de que Tú seas más conocido.
Nuestra Señora de los valientes, nuestra Señora de los humildes, encarna de muevo a Cristo en nuestra pobre vida.
Amén.
Encomendamos en este rosario cada una de nuestras intenciones
Padre Nuestro
3 Ave Marías
Gloria
Los misterios gozosos se caracterizan, efectivamente, por el gozo que produce el acontecimiento de la Encarnación.
Esto es evidente desde la Anunciación, cuando el saludo de Gabriel a la Virgen de Nazaret, se une a la invitación a la alegría mesiánica: «Alégrate, María». A este anuncio apunta toda la historia de la salvación, es más, en cierto modo, la historia misma del mundo.
En efecto, si el designio del Padre es de recapitular en Cristo todas las cosas, el don divino con el que el Padre se acerca a María para hacerla Madre de su Hijo alcanza a todo el universo.
A su vez, toda la humanidad está como implicada en el “Fiat” con el que Ella responde prontamente a la voluntad de Dios.
Padre Nuestro
10 Ave Marías
Gloria
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo y socorre a las más necesitadas de tu misericordia.
María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos, oh gran Señora. Amén
Dios mío yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
El regocijo se percibe en la escena del encuentro con Isabel, dónde la voz misma de María y la presencia de Cristo en su seno hacen saltar de alegría a Juan. Haciendo nuestras en el Avemaría las palabras del Ángel y de Santa Isabel, nos sentimos impulsados a buscar siempre de nuevo en María, entre sus brazos y en su corazón, el fruto bendito de su vientre.
Padre Nuestro
10 Ave Marías
Gloria
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo y socorre a las más necesitadas de tu misericordia.
María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos, oh gran Señora. Amén
Dios mío yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
María, Madre por excelencia, nos ayuda a comprender las palabras claves del misterio del nacimiento de su Hijo divino: humildad, silencio, estupor, alegría.
Nos exhorta ante todo a la humildad para que Dios pueda encontrar espacio en nuestro corazón. Éste no puede quedar obscurecido por el orgullo y la soberbia.
Nos indica el valor del silencio, que sabe escuchar el canto de los Ángeles y el llanto del Niño, y que no los sofoca en el estruendo y en el caos. Junto a ella, contemplaremos el pesebre con íntimo estupor, disfrutando de la sencilla y pura alegría que ese Niño trae a la humanidad.
Padre Nuestro
10 Ave Marías
Gloria
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo y socorre a las más necesitadas de tu misericordia.
María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos, oh gran Señora. Amén
Dios mío yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
Ya los dos últimos misterios, aún conservando el sabor de la alegría, anticipan indicios del drama.
En efecto, la presentación en el templo, a la vez que expresa la dicha de la consagración y extasía al viejo Simeón, contiene también la profecía de que el Niño será «señal de contradicción» para Israel y que una espada traspasará el alma de la Madre.
Padre Nuestro
10 Ave Marías
Gloria
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo y socorre a las más necesitadas de tu misericordia.
María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos, oh gran Señora. Amén
Dios mío yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
Gozoso y dramático al mismo tiempo es también el episodio de Jesús de 12 años en el templo. Aparece con su sabiduría divina mientras escucha y pregunta, y ejerciendo sustancialmente el papel de quien enseña.
La revelación de su misterio de Hijo, dedicado enteramente a las cosas del Padre, anuncia aquella radicalidad evangélica que, ante las exigencias absolutas del Reino, cuestiona hasta los más profundos lazos de afecto humano.
José y María mismos, sobresaltados y angustiados, no comprendieron sus palabras.
Padre Nuestro
10 Ave Marías
Gloria
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo y socorre a las más necesitadas de tu misericordia.
María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos, oh gran Señora. Amén
Dios mío yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
Oración para sentir con la Iglesia
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la misericordia,
Madre de la divina gracia,
Madre de la esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN.
Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén