Síguenos en redes:

Feliz cumpleaños mejor amiga

3 de octubre

Para darte gloria

Que fácil cambian nos cambian los planes, que poco tenemos en nuestro control y qué importante es aprender a soltar el timón. De un tiempo aquí, que muchas cosas en mi vida han cambiado por completo y muchas cosas son aún inciertas que aprendido algo con seguridad: la grandeza de la vida no radica en aquello que suceda o deje de suceder.

Leer más »

Josemaría, amigo enamorado

No puedo explicarles cuánto me ha enseñado San Josemaría sobre el amor a Jesús. Y aunque intente contarles, la experiencia interior de tener a un santo — ¡y a qué santo! — como amigo es impresionante. En estos dos años y un poco más que llevo conociéndolo, me ha tomado de la mano con firmeza pero con ternura y me ha llevado cerca, muy cerca del Corazon de Cristo; que además era su lugar preferido en el mundo.

Leer más »

Mirar a Jesús

Estos últimos días y semanas el Señor me ha estado hablando mucho de la confianza y de lo importante que es permanecer mirándole.
El otro día en el libro que estoy meditando, leía una anécdota sobre Madre Teresa que quería compartirles y que calzó exactamente con lo que conversaba con Jesús en oración en estos días.

Leer más »

Una vez Mafer me dijo que había entendido que una forma de conocer más a Jesús era conociendo más también a las personas que ella tenía cerca. Recuerdo que estábamos las dos en el carro, yendo a algún sitio juntas - como siempre - y escucharla decir: “¿Sabes qué estaba pensando el otro día en mi oración? Si en cada uno de nosotros existe una pequeña parte de la infinidad de Jesús, entonces cada vez que conocemos a alguien, estamos conociendo ese poquito de Jesús que vive dentro de esa persona. A veces conocemos a un Jesús extrovertido, un Jesús hablador, un Jesús divertido. Todo el tiempo conocemos cada vez más a ese Dios Hombre que vive dentro de nosotros”. Seguimos conversando sobre eso y hablamos de nuestros amigos, a quienes queremos tanto y que tanto nos hablan de Jesús con sus vidas, sus risas, sus ocurrencias; con el testimonio y la vocación de cada uno.

Pensábamos en ellos y yo, aunque en este momento no se lo dije, pensaba también en ella. Mafer es mi amiga hace poco tiempo, nos volvimos muy cercanas hace poco más de un año y verdaderamente me sorprendo de ver hacia atrás y caer en cuenta de todo lo que ha hecho Jesús en mi vida a través de ella en tan poquito rato de conocerla. Nuestra amistad comenzó, como muchas, por intereses y amigos en común, y de pronto nos dimos cuenta de que nuestras personalidades se entendían perfectamente. Comenzamos a pasar mucho tiempo juntas y sin darnos cuenta, empezamos a pasar mucho tiempo juntas con Jesús. Empezaron los ratos de oración juntas frente al Sagrario en las mañanas que el templo estaba vacío y lo teníamos solo para nosotras, la oración frente a la tumba del Padre Menor, con nuestra música instrumental, llenas de post its y lapiceros y a veces acompañadas por una que otra monjita. Comenzaron también las conversaciones largas y profundas, esas para contarnos nuestras historias, la manera en que nos habíamos enamorado de Jesús y lo sorprendidas que estabamos de como Él había hecho milagros en la vida de cada una. Y así, rápido y sin mucha vuelta, nos volvimos inseparables. Era raro ver a una sin la otra, era raro que pasara un día sin cruzarnos por lo menos un ratito, sin un audio infinito por WhatsApp o un “MIMAAAAAAA” entrando al chat siempre en mayúsculas. Y me di cuenta de que yo había encontrado a mi compañerita. Nos fuimos haciendo más amigas y a la vez, cada una se fue haciendo más amiga de Jesús. De pronto Él también era tema de conversación frecuente y cotidiano: con Mafer aprendí a hablar de Jesús con una naturalidad nunca antes vista y esto se fue contagiando entre los nuestros cada vez más y más.

Y juntas nos dimos fuerzas y nos acompañamos para tomarnos la vida con Él mucho más enserio. Nos íbamos a clases de salsa juntas pero acomodábamos para pasar una hora antes por el oratorio a hacer oración. Y si hacíamos algún plan de playa o salida de Lima el fin de semana, agendábamos el tiempo para hacer oración, nos acompañábamos y realmente entendimos la importancia de cuidar el alma de la otra. Disfrutábamos a Jesús en medio de nuestra vida de jóvenes con trabajo, universidad, amigos, reuniones y bailes de vez en cuando. Con ella aprendí también que la vida con Jesús es más bonita si se comparte con amistades así de auténticas, enamoradas de Su Corazón, que hacen de todo para agradarle, que lo miran con ternura y con deseos de permanecer siempre cerca. De Mafer aprendí a ser valiente para entregarle todo lo que Él pida, y a dárselo con una sonrisa, aprendí a mirar a Jesús con ternura, a hablarle como se le habla al amigo más querido, a ver los detalles de Jesús escondidos a la vista de quien no anda mirándole: ella nunca se los pierde porque anda siempre con la mirada fija en Él. Y cuando se caía o resbalaba un poco, regresaba siempre contenta a seguir luchando y amando más. De Mafer aprendí lo que es tener verdadera sed de conocer más y más a Jesús, ganas de escucharle, de prestarle atención y de entenderle cada vez mejor. En ella vi esa pasión por hacer lo que Jesús le decía aunque de momento le pudiese costar llanto y corazones rotos. En Mafer vi - y veo - un corazón enamorado, rendido a Sus planes, aunque sean locos, dispuesto a darse toda, para siempre, pase lo que pase.

Mafer me ha tomado la mano y me ha levantado en mis días de llanto, en mis días más tristes, más solos. Porque estaba cerca, sí, pero sobretodo porque rezaba conmigo y por mi. Mil veces ha salido de su boca: “le he pedido a Jesús que te abrace” y así exactamente era. Ella era - es y va a ser siempre - el abrazo, la sonrisa y la compañía de Jesús en mi vida.

Ayer estaba frente a Jesús en el Santísimo y le hablaba a Él de mi mejor amiga. Hace mes y tanto que estamos lejos. Ya no la veo todos los días, tampoco hablamos todos los días. Las llamadas son menos de las que quisiera, pero es que es verdad que la vida loca nos mantiene siempre más ocupados de lo que quisiéramos. Pero hay algo que sí sigue pasando todos los días: todos los días la extraño, todos los días le pido a Jesús que se haga Su Voluntad en su vida y todos los días le pido a Jesús que la abrace porque ya no puedo hacerlo yo.

Y ayer, frente a Él, preguntaba: ¿por qué nos dejaste estar cerca tan poquito tiempo? ¿Por qué no la conocí antes? Jesús me miró con ternura y me dijo: ¡ustedes van a estar juntas para siempre! Porque Conmigo nunca se llega tarde.

Mafer, en un año y medio, has sido instrumento de Jesús para que yo lo ame, lo conozca y lo trate muchísimo más. En año y medio me has enseñado a conocer a un Jesús cercano, amigo, loco de amor, gracioso, que se muere de risa y también otras veces llora: un Jesús que consuela, que es detallista, que es bailarín, que siempre está pendiente, que siempre tiene tiempo, que nunca está lejos ni un momento. Gracias porque a través de ti Jesús me ha amado mucho.

Amiga, lejos, no se hasta cuando. Pero quiero que sepas que te extraño todos los días. Que no hay día que pase ni cosa que haga en que no piense “ojalá Mafer estuviera aquí”. Gracias por ser incondicional, tan auténtica, tan compañera, tan enamorada.

Feliz cumpleaños loca, que te enamores cada día más de Él; que nunca tengas miedo de lo que Él te pide, que seas capaz de entregarle todo, como lo haz hecho hasta ahora, y que te mantengas siempre al pie de guerra en esta vida de risas a Su lado. Rezo por ti. Y le pido a Jesús que nos siga dejando compartir este caminito al cielo hasta cuando Él quiera, aunque sea a miles de kilómetros de distancia.

Te veo pronto, si Él quiere; pero te encuentro siempre en la oración, nuestro siempre lugar seguro.

Te amo mima! Felices 24