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Oración:

lo más esencial

11 Oct - 22

Totus Tuus: La visita a Lourdes

Visitar Lourdes fue una gracia. Llegué de noche. Hacía mucho frío pero el corazón estaba ardiendo. Caminé hacia la explanada frente al Santuario y la vi allí: hermosa, con la luna detrás, dándome la bienvenida. La imagen de la Virgen de Lourdes, que luce una corona preciosa, me saludaba, presentándome su casa.

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Ser sal y luz

Hemos sido creados para ser sal y luz del mundo. Cristo ha querido valerse de nosotros, con nuestras debilidades, pecados, imperfecciones y faltas de amor. Él ha querido que nosotros colaboremos en su proyecto de salvación porque quiere que todos los hombres le conozcan y le amen. ¿Es posible ser sal y luz en medio de un mundo que parece rechazar a Dios? No solo es posible, es necesario; porque aunque parezca un mundo que lo rechaza, en realidad lo reclama a gritos, lo necesita, lo demanda. Es un mundo que necesita amor porque se está muriendo de frío. En medio de eso, estamos llamados a ser fuego que haga arder la tierra.

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Un propósito: amarle mucho

Que maravilloso es saber que Cristo busca intimidad con cada uno de nosotros. Él nos ha llamado a estar con Él, ha conocerle, a servirle, a amarlo y trabajar para que otros le amen, ¡pero cuántas veces hemos rechazado esa invitación! Y se que no es fácil identificar las veces en que no hemos respondido, pero hagamos un examen rápido que nos ayude a clarificar.

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Epifanía: Dios al descubierto

esus, te encuentro Niño, sobre el pesebre, entre los cuidados de María y de José. He llegado con los Magos a adorarte: he hecho con ellos el camino.
Te hemos descubierto, hemos visto al Rey escondido, que hoy se muestra al mundo. Un mundo que, muchas veces, no lo reconocerá. Que difícil es rendirse a lo pequeño, a lo aparentemente insignificante que esconde la grandeza de lo divino.

Se arrodillan los magos y me arrodillo yo también. En la maravilla de la peregrinación para encontrar a un Niño, envuelto en pañales, se esconden revelaciones importantes que pretendo atesorar de a partir de ahora.

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Si te preguntas cuál es esa cosa esencial para tu vida interior que hará que todo lo demás se sostenga solo hay una respuesta: la oración.

En ese tiempo de intimidad con Cristo es que el alma se va forjando según la gracia divina. En ese tiempo vas conociendo a tu Amado, recorres los misterios de su Corazón y te va descubriendo sus planes para ti.

En ese tiempo de intimidad con Cristo se construye una relación personalísima, que te permitirá verlo a Él en todo y en todos, haciendo lo que sea el resto de tu día: en tu trabajo, en tus tareas más difíciles, en lo más sencillo de tu ocupación, Él estará; porque ahora Él verdaderamente vive contigo.

Con la oración diaria descubres qué hay un Dios que realmente se interesa por todo: todo tú. Se interesa por tus alegrías, tus logros, por tus dolores, tus tormentas. Por aquello que te hace llorar, por aquello que te provoca un nudo en la garganta. Y vas entendiendo que absolutamente todo lo puedes compartir con Él, óbrelo a sus pies, entregárselo; y en todo Él se hará presente. Descubres a un Dios que siempre está, aún en el silencio. Lo descubres más cerca que nunca, ¡y eres mucho más feliz! Porque lo has encontrado a Él, y al encontrarlo, te encuentras a ti mismo.

“No se como hacer oración” me dices. Y aquí una buena y una mala noticia: no existe ningún manual. La oración se practica, poco a poco, se va desarrollando la capacidad y el hábito. Acércate a Jesús en la soledad del Sagrario, en la capilla, en el silencio de tu habitación y habla con Él. Dile: Jesús, ¡no puedo rezar! Cuéntale por qué, cuéntale tus distracciones, tus impedimentos, tus miedos, tus cargas. Y ya estarás rezando: porque estarás con Él.

Empieza, dedícale tiempo. Verás que la oración te alcanzará cosas que no podrás alcanzar nunca de otra forma. La gracia se derramará sobre ti de manera especial y verás que es porque permites al Espíritu Santo estar cerca. Desarrollarás mayor sensibilidad para las cosas de Dios: para verlo en las cosas del mundo. Poco a poco y sin darte cuenta será casi imposible no encontrarlo en todo, hasta en lo más inesperado.

Déjate enamorar por Él, que es todo Bondad y Grandeza, y tiene muchísimo por darte en la oración. Déjate en Sus Manos, dale tu tiempo y Él te devolverá cosas que nunca esperaste.

Jesús, enséñame a amar la oración; que sin la oración nada tengo.

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Visitar Lourdes fue una gracia. Llegué de noche. Hacía mucho frío pero el corazón estaba ardiendo. Caminé hacia la explanada frente al Santuario y la vi allí: hermosa, con la luna detrás, dándome la bienvenida. La imagen de la Virgen de Lourdes, que luce una corona preciosa, me saludaba, presentándome su casa.

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