Síguenos en redes:

Para darte gloria

18 de octubre

Feliz cumpleaños mejor amiga

Una vez Mafer me dijo que había entendido que una forma de conocer más a Jesús era conociendo más también a las personas que ella tenía cerca. Recuerdo que estábamos las dos en el carro, yendo a algún sitio juntas – como siempre – y

Leer más »

Josemaría, amigo enamorado

No puedo explicarles cuánto me ha enseñado San Josemaría sobre el amor a Jesús. Y aunque intente contarles, la experiencia interior de tener a un santo — ¡y a qué santo! — como amigo es impresionante. En estos dos años y un poco más que llevo conociéndolo, me ha tomado de la mano con firmeza pero con ternura y me ha llevado cerca, muy cerca del Corazon de Cristo; que además era su lugar preferido en el mundo.

Leer más »

Mirar a Jesús

Estos últimos días y semanas el Señor me ha estado hablando mucho de la confianza y de lo importante que es permanecer mirándole.
El otro día en el libro que estoy meditando, leía una anécdota sobre Madre Teresa que quería compartirles y que calzó exactamente con lo que conversaba con Jesús en oración en estos días.

Leer más »

Que fácil cambian nos cambian los planes, que poco tenemos en nuestro control y qué importante es aprender a soltar el timón. De un tiempo aquí, que muchas cosas en mi vida han cambiado por completo y muchas cosas son aún inciertas que aprendido algo con seguridad: la grandeza de la vida no radica en aquello que suceda o deje de suceder. ¡Porque eso es tan cambiante, tan breve! La grandeza real de la vida del hombre radica en estar con Dios: estando con Él es que esta vida cobra sentido, potencia, trascendencia y pasión. Estando con Él somos capaces de ver todos los acontecimientos con mirada de eternidad. Y de pronto importa poco dónde estamos, qué estamos haciendo o con quién, y de pronto solo importa una cosa: amarle.

Ejercitar el amor y permanecer fieles en la abundancia, en el abandono, en la soledad, en la alegría, en los planes frustrados, en los sueños demorados, en las incomodidades, en los sacrificios, en el dolor. Fidelidad que no depende de los acontecimientos, ese es el amor que estamos llamados a vivir.

Y esta fidelidad, ¿no radica acaso en el abandono? Porque si tenemos la certeza de ser profundamente amados, ¿no es más sencillo dejarse en brazos del amante? Que fácil es decirlo, pero que lucha es vivirlo. ¿Cómo aprende a abandonarse un corazón miedoso, herido; un alma fría, estéril? Calentándose, abriendo paso al fuego, que solo viene del Corazón de Cristo. Para abandonarnos es necesario enamorarnos. Entre más profundicemos en el amor, más capaces seremos de ir soltando nosotros para encargárselo a Él. Y más capaces seremos también de confiar, de estar seguros. No dejando las cosas en manos de Dios como si fuera el último recurso porque nos hemos cansado de pelear, sino haciéndolo de primera opción, antes de nada, porque sabemos su amor no defrauda, no abandona, no descuida, no se aleja.

Ese primer acto de abandono es ya una gran alegría para Jesús. Es la primera flor, la más pequeñita que podemos regalarle, pero la más difícil de arrancar. Y cuando ya nos hemos dejado confiadamente en sus manos, toca empezar a caminar. Caminar pequeños pasitos, tal vez muy lento, a ciegas, confiando en que vamos con Él. Caminar arrancando flores, algunas pequeñas y otras muy grandes , todas para El Niño que, agarrándonos la mano, nos va diciendo a donde ir. Flores que serán renuncias diarias, pequeñas mortificaciones, arrancadas con los labios pronunciando: todo para tu gloria, Señor. Flores que serán todas nuestras obras, hasta los mínimos detalles, puestos a sus pies, procurando hacer todo para amarle, velando, descubriendo cómo hacer sonreír a Jesús. Y poco a poco todas estas flores harán un gran ramo, adornado de colores, hermoso, que podremos entregarle mirándolo a los ojos, mirando al Niño sonreír.

Jesús te pensó, te amó, te trajo al mundo y te quiere para Él. Donde estás ahora puedes - debes - darle gloria. No importa si se te escaparon los planes, los sueños, los cálculos, o si por el contrario todo está saliendo mejor de lo que pensaste. No importa qué suceda o deje de suceder, importa solamente glorificar a Jesús con nuestra vida. Vivir para alabarle y disfrutarnos el camino.

Que no me falte nunca Jesús, el amor primero, la pasión para seguirte. Que si lo he perdido, vuelva a mirarte en la Cruz y lo busque, luche por el, lo vuelva a encender. Que no me falte la voluntad para convertir mi vida entera en obras para amarte, en flores para regalarte, viviendo para glorificarte. Déjame llenar tu pesebre de flores hermosas, que adornen la fría noche en Belén, que caigan en el pesebre como que mientras caen también alegren a María y a José.

Descubre más desde Voluntas Tua

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo