Oración
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Santidad: cuestión de amor

Cristo llama y en su voz amorosa encontramos el sentido de cada uno de nuestros días: de nuestras tareas, de nuestro cansancio, de nuestra entrega, de nuestra existencia. Esa voz nos exige insistentemente solo una cosa: santidad.

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La llamada: el encuentro con Cristo

Ayer en Misa escuchamos lecturas hermosas que tenían un tema en común: la llamada. Cristo nos ha hecho, somos suyos. Viene a nuestro encuentro y nos espera desde siembre. No deja de buscarnos.
En la primera lectura escuchábamos del libro de la Sabiduría: ¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?,o ¿cómo se conservaría, si tú no lo hubieras llamado? Y en el Evangelio nos encontramos con Zaqueo, en quien se concreta esta llamada que nos haces a cada uno de nosotros.

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Solo Dios basta

El corazón humano naturalmente desespera ante la incertidumbre. ¡Cuán a menudo nos encontramos angustiados, reclamando respuestas, acciones inmediatas o explicaciones! El corazón se rompe, porque le cuesta desprenderse de su propia seguridad para descansar en lo único verdaderamente seguro: Cristo mismo.

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Oración: lo más esencial

Si te preguntas cuál es esa cosa esencial para tu vida interior que hará que todo lo demás se sostenga solo hay una respuesta: la oración.

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Humildad: el secreto de Francisco

Síguenos en redes: Instagram Spotify Youtube Humildad: el secreto de Francisco 04 Oct – 22 Anterior Siguiente Cristo desde la Cruz llamó a Francisco: Reconstruye

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Pío de Pietrelcina: santo extraordinario

En San Pío de Pietrelcina de manifestaron dones divinos extraordinarios. Él tuvo los estigmas de nuestro Señor, tenía visiones angélicas y era amigo íntimo de su ángel de la guarda. Tenía el don de conocer el corazón de quienes acudían a él a confesarse e incluso a veces les decía pecados ocultos que no había forma de que supiera. San Pío tuvo encuentros cara a cara con el demonio, que lo molestaba con tormentos espirituales pero también físicos, sobretodo antes de cumplir alguna misión esencial, como confesar a alguien que había pecado muy gravemente o que hace mucho no acudía a la confesión.

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